Libro 5

Libro 5

Capítulo 36


Ritos de la vida cartujana«»

El que ingresa en la familia cartujana, después de una primera probación es recibido como novicio : poniendo sus manos entre las del Prior expresa su sujeción y es asociado a la Orden ; se lo conduce por todos a la celda o, si es un novicio hermano, a la iglesia, para darle a entender que su vida está principalmente consagrada a la oración.

La Profesión, y también a su manera la Donación, se consuman al pronunciar la fórmula de Profesión o Donación, puesto que es un compromiso personal y libre. Antes de emitir los primeros votos, al que va a profesar se le viste la cogulla propia de los profesos, por la que se significa la conversión de costumbres y la consagración a Dios ; antes del acto irrevocable de la Profesión solemne, pide con particular interés la ayuda de la oración a sus hermanos.

Recepción de un novicio del claustro

El postulante, al fin de su probación, es presentado en un determinado día a la Comunidad. Delante de ésta, se le pregunta ante todo si ha profesado en algún Instituto religioso, si está libre del vínculo matrimonial, si padece alguna enfermedad incurable, si puede ser promovido a las sagradas Órdenes, si carece de deudas ; advirtiéndosele que si ocultara algo acerca de lo que se le pregunta, podrá ser expulsado aun después de la Profesión.

Otro día, reunidos todos en el Capítulo, el postulante pide misericordia postrado. Después, a una indicación del Prior, se levanta y dice : «Suplico por amor de Dios ser admitido a la probación en hábito monacal, como el más humilde servidor de todos, si a ti, Padre, y a la Comunidad os pareciere bien».

Entonces el Prior le expone el género de vida que desea abrazar.

Si a todo ello respondiese que, confiando únicamente en la misericordia de Dios y en las oraciones de sus hermanos, espera cumplirlo en la medida en que se lo conceda la divina bondad, el Prior le advierte que antes de la Profesión podrá irse libremente, y que nosotros también podremos despedirlo con toda libertad si, considerando el caso ante Dios, no nos pareciera idóneo para nuestra vida. Si el postulante da su conformidad, se arrodilla a los pies del Prior, juntas sus manos entre las del Prior, y éste, en nombre de Dios y de la Orden, en el suyo propio y en el de sus hermanos, lo asocia a la Orden. A continuación, el novicio recibe el ósculo de paz, primero del Prior, y luego, de todos los demás.

El mismo día, si es posible, al novicio, vestido en privado, se lo conduce a la iglesia, y, postrado, ora en la grada del presbiterio. El Prior, revestido de cogulla eclesiástica y estola blanca, se coloca en la última silla del coro derecho. Los monjes, de rodillas, coro contra coro, cantan el versículo «Veni, Sancte Spiritus». Una vez terminado, inclinados todos sobre las misericordias, el Prior dice un versículo y añade una oración.

Después, el novicio es conducido por todos a la celda, cubiertos, cantando los salmos 83 («¡Qué deseables…»), 131 («Señor, tenle en cuenta…») y 50 («Misericordia…»). Si bastan uno o dos, no se dicen más. Va primero el Prior, sigue el novicio, después el Procurador u otro llevando el agua bendita y, finalmente, la Comunidad por orden de antigüedad. Al llegar el Prior a la puerta de la celda, asperja al novicio y a la celda misma, diciendo : «Paz a esta casa», y, tomando al novicio de la mano, lo introduce y lo lleva al oratorio, donde éste ora arrodillado. Terminado el salmo o los salmos por la Comunidad, siguen las preces indicadas en el Ritual.

Una vez concluidas las preces, el Prior impone al novicio la obligación de guardar la celda y todas las demás observancias y ejercicios propios de nuestra Orden, a fin de que en soledad y silencio, y en asidua oración y generosa penitencia, se consagre a solo Dios. Y lo encomienda al Maestro de novicios.

Recepción de un novicio hermano

El postulante, al final de su probación, es presentado en un determinado día a la Comunidad. Ante todo se le pregunta delante de ella si ha profesado en algún Instituto religioso, si está libre del vínculo matrimonial, sin padece alguna enfermedad incurable, si carece de deudas ; advirtiéndosele que si ocultara algo acerca de lo que se le pregunta, podrá ser expulsado aun después de la Profesión.

El día de la recepción, el postulante, postrado en el Capítulo delante de toda la Comunidad, pide misericordia. A una indicación del Prior, revestido de cogulla eclesiástica y estola blanca, se levanta y suplica por amor de Dios ser admitido a la probación en hábito monacal como el más humilde servidor de todos. El Prior, pronunciada una exhortación, le advierte que durante el noviciado podrá irse libremente, y que también nosotros podremos despedirlo si, considerado el caso ante Dios, no nos pareciera idóneo para nuestra vida. El postulante, después de dar su consentimiento, arrodillándose a los pies del Prior, junta las manos entre las manos del Prior ; éste, en nombre de Dios y de la Orden, en el suyo propio y en el de sus hermanos, lo asocia a la Orden. Entonces se le viste la cogulla de novicio y la capa, y es recibido con el ósculo de paz, primero por el Prior y a continuación por todos los demás.

Acto seguido, el novicio es conducido del Capítulo a la iglesia, cantando la Comunidad el salmo 83 («¡Qué deseables…»). Va delante el Prior, sigue el novicio, después los Padres y hermanos, por orden de antigüedad. Al llegar el Prior a la iglesia, toma al novicio de la mano y lo lleva a las gradas del presbiterio, donde se postra en oración. Entre tanto, la Comunidad, de rodillas, canta el verso «Veni, Sancte Spiritus». Luego, el Prior, inclinado sobre las misericordias a la vez que la Comunidad, dice el versículo y añade una oración.

Acabado todo, el novicio se levanta, hace inclinación profunda, y va a su silla del coro.

Profesión de votos simples

El día antes de la Profesión, sea simple o solemne, el novicio, antes de Vísperas, o también el mismo día de la Profesión por la mañana, en el Capítulo, postrado delante de la Comunidad, pide misericordia ; al decirle el Prior «Levántate», se levanta y suplica ser admitido a la Profesión como el más humilde servidor de todos ; y escucha de pie el sermón del Prior.

El día de la Profesión, se exponen en el altar algunas Reliquias de Santos.

Cuando se trata de la Profesión temporal, al comenzar el «Kyrie eleison» en la Misa conventual, el Maestro de novicios u otro si él está impedido, deja la nueva cogulla sobre las formas, delante del que va a profesar. Después del Evangelio, o el «Credo», si se dice, omitida la Oración universal, el que va a profesar se dirige a la grada del presbiterio llevando la nueva cogulla en las manos, y allí, hecha inclinación profunda, la deja y queda en pie. Entonces se le acerca el Prior y dice las preces contenidas en el Ritual. Después bendice, con la mano extendida, la cogulla puesta sobre la grada ante el que va a profesar, diciendo la oración adecuada. Terminada la bendición, asperja con agua bendita la cogulla.

Acto seguido, de rodillas ante el Prior en la primera grada del presbiterio, el que va a profesar recita con voz inteligible (y si son varios, recitan juntamente) el salmo 15 («Protégeme, Dios mío»), hasta el versículo «El Señor es el lote», exclusive. Entonces el Prior, ayudado por el Sacristán, quita al novicio la capa y la cogulla, diciendo : «Que Dios te despoje del hombre viejo y de sus acciones», y le pone la cogulla larga, diciendo : «y te revista del hombre nuevo que ha sido creado por Dios en verdadera justicia y santidad». Si son varios, repite las mismas palabras para cada uno.

Seguidamente, el novicio lee la fórmula de la Profesión, escrita en una hoja de papel que sostiene en la mano. Si son varios, han de leerla uno por uno.

Emitidos los votos, el profeso entrega la hoja al Prior, y continúa la lectura del salmo antes comenzado, desde «El Señor es mi lote» hasta «Gloria al Padre… Amén». Terminado esto, hace inclinación profunda y vuelve a su sitio.

En la Misa de Profesión, lo mismo temporal que solemne, el nuevo Profeso, aunque sea sacerdote, comulga después del diácono de manos del Prior, y, por lo mismo, no concelebra ; pero puede celebrar Misa rezada en el mismo día.

Profesión solemne

Sobre las ceremonias en Capítulo y la preparación del altar, véase el n. 8.

En la Misa, que es del Prior, terminado el Evangelio, o el Credo si se canta, omitida la Oración universal, el que va a profesar (o los que van a profesar) se acerca al centro de la grada del presbiterio, y allí, después de haber hecho una inclinación profunda, canta el verso : «Sosténme, Señor, con tu promesa, y viviré : que no quede frustrada mi esperanza». Al cual responde la Comunidad, de cara al altar, lo mismo y en el mismo tono. Repetido tres veces este verso por ambas partes, la Comunidad, inclinada sobre las misericordias, canta el «Gloria Padre…», «Señor, ten piedad…», y ora en secreto.

El que va a profesar se incorpora al comenzar el «Como era en el principio», se dirige por el lado derecho del coro hasta la silla primera, y, de rodillas ante el monje, que está de pie, y después ante los demás monjes de este coro, dice con voz inteligible : «hermano, ruega por mí» ; pasando, luego, a los monjes del coro izquierdo, hace lo mismo.

Después de lo cual, la Comunidad se yergue y se vuelve hacia el altar ; y el que va a profesar, de pie ante el medio del altar y vuelto hacia él, lee, con voz clara e inteligible que todos la oigan, su Profesión escrita en pergamino ; una vez leída, besa el altar y la ofrece sobre el mismo. Postrado delante de la cátedra a los pies del celebrante, recibe la bendición ; mientras tanto, la Comunidad se inclina sobre las misericordias. El Prior canta la oración con la mano extendida sobre el profeso, y si son varios la dice en plural. Después lo rocía con agua bendita. El profeso vuelve a su sitio.

En la Plegaria eucarística se hace conmemoración del nuevo profeso solemne, para que su oblación quede más íntimamente incorporada al sacrificio del divino Redentor.

Donación temporal

La Donación temporal se hace en el Capítulo, antes de Vísperas, en presencia de la Comunidad. El novicio, postrado, pide misericordia. A una indicación del Prior, vestido con coguIla eclesiástica y estola blanca y sentado ante el altar, se levanta y dice : «Suplico por amor de Dios ser admitido a la Donación temporal como el más humilde servidor de todos, si a ti, Padre, y a la Comunidad os pareciere bien». Después, habiendo escuchado la exhortación del Prior, mientras la Comunidad permanece sentada y cubierta, el novicio se adelanta y se arrodilla ante la grada del altar. El Prior se levanta y, ayudado por el Procurador y el Sacristán, le quita la capa y la cogulla pequeña, diciendo : «Que Dios te despoje del hombre viejo y de sus acciones», y le pone la cogulla larga sin bandas, diciendo : «y te revista del hombre nuevo que ha sido creado por Dios en verdadera justicia y santidad». Si son varios, repite lo mismo a cada uno.

El novicio lee entonces la fórmula de Donación, escrita en una hoja de papel que tiene en la mano, y la entrega al Prior una vez hecha la Donación.

El Prior acepta la donación con estas palabras : «Y yo, carísimo hermano, acepto tu Donación en el nombre de Dios y de la Orden ; y prometo… en mi nombre y en el de mis sucesores, proveer con corazón de padre a todas tus necesidades espirituales y corporales mientras permanezcas fiel a tus promesas. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre. $. Amén». Después de la palabra «prometo», añade el tiempo de la Donación, si se trata de la temporal ; o «durante toda tu vida», si se trata de la perpetua.

Después, todos van al coro para cantar las Vísperas.

Donación perpetua

La Donación perpetua se hace en presencia de toda la Comunidad, antes de Vísperas. Primero, reunida la Comunidad en Capítulo, el donado se postra ante el Prior, que está sentado y revestido de cogulla eclesiástica y estola blanca, y pide misericordia. Se levanta a una indicación del Prior, y dice : «Suplico por amor de Dios ser admitido a la Donación perpetua como el más humilde servidor de todos, si a ti, Padre, y a la Comunidad os pareciere bien».

Oída la exhortación del Prior, se dirigen todos a la iglesia, yendo el donado detrás del Prior. El donado se arrodilla en la grada del presbiterio, estando el Prior de pie delante de él, y los demás monjes en sus sitios de pie, vueltos hacia el altar y cubiertos. Entonces el donado lee la fórmula de Donación, y el Prior la acepta y lo bendice.

Luego, mientras el donado permanece arrodillado en el mismo lugar, el Prior va a la última silla del coro derecho y la Comunidad, de rodillas ante las formas, canta el «Sub tuum præsidium». El cantor hebdomadario añade un versículo, y el Prior recita una Oración.

Después, éste se desviste la cogulla eclesiástica en el vestuario y va a su silla ; también el donado va a su silla, y comienzan las Vísperas.

Capítulo 38


Elección del Prior«»

Cuando alguna Casa de la Orden se queda sin Prior, el Vicario debe averiguar por votación secreta de los profesos solemnes que tienen derecho a elegir, si quieren hacer la elección del nuevo Prior. Si entonces se celebra el Capítulo General, la Casa comunicará cuanto antes su respuesta al Definitorio. Si no quiere elegir, o si verificado un segundo escrutinio hay todavía empate a votos, el Vicario pida al Capítulo General o, si entonces no se celebra, al Reverendo Padre, que según su prudencia provea a la Casa en su necesidad.

Si la Comunidad responde que quiere elegir, el Vicario deberá amonestar seriamente en el Señor a los electores que la elección de pastor de almas es asunto muy arduo y de suma importancia, ya que el bien o el mal de toda la grey depende casi enteramente de que el pastor sea bueno o malo ; y que, por tanto, deben proceder en este asunto con toda rectitud, prudencia y temor de Dios. En la elección de Prior se debe atender ante todo a las dotes necesarias para el gobierno de las almas. También se requiere alguna aptitud para la administración temporal, pero por sí sola no puede determinar a dar el voto ; además, el cuidado de lo temporal se puede encomendar a otras personas.

Una vez que el Vicario ha propuesto todo esto, se prescribe a todos un ayuno de tres días consecutivos, a no ser que se interponga una Solemnidad o un Domingo.

Cada día, hasta que tenga Prior, la Comunidad, después de Laudes y de Vísperas, canta con especial devoción el himno «Veni, Creator Spiritus», como lo trae el Ritual.

Todos pueden lícitamente, más aún deben, consultar a los miembros de la Orden que conocen mejor a las personas. Pero guárdense los religiosos así consultados de presionar en modo alguno a los electores.

Se convocará lo antes posible a los Confirmadores que deben presidir la elección. Serán dos Priores, designados por el Capítulo General o el Reverendo Padre, o si no pueden hallarse fácilmente dos Priores, uno con un monje (que no sea de la Casa electora). Si nada lo impide, uno de los dos Confirmadores debe ser uno de los Visitadores de la Provincia.

Los así convocados para asistir a la elección, únanse a la Comunidad electora en el silencio y la oración, sin entrometerse en la futura elección de ningún modo. Su misión no es designar personas, sino solamente responder con toda verdad a quienes les pregunten, y recibir simplemente los votos de los electores.

El día en que se hace la elección, se celebra o concelebra la Misa del Espíritu Santo, con asistencia de toda la Comunidad ; preside uno de los Confirmadores. Después, el Vicario convoca en el Capítulo a los Confirmadores y a la Comunidad. Allí, estando todos de pie y descubiertos, el Confirmador principal comienza las preces que trae el Ritual. Después, él o su colega hace una exhortación. Terminada ésta, quedan en el Capítulo únicamente los electores con los confirmadores ; los demás de retiran.

Entonces el Confirmador principal advierte a todos los electores que elijan a quien, según Dios y su conciencia, juzguen que es verdaderamente apto e idóneo para el cargo de Prior en aquella Casa.

Después de esto, el Confirmador principal manda que cada cual vaya al lugar destinado para escribir las papeletas, en las que sólo se ponen el nombre y apellido del propuesto para Prior. Inmediatamente se mete la papeleta en un sobre, se lleva a la mesa de los Confirmadores y se echa en la urna allí preparada al efecto.

Si alguno de los que tienen voto no puede asistir personalmente a la elección, podrá escribir una papeleta y meterla en un sobre, igual que los demás. Y los mismos Confirmadores irán a su celda, si es necesario, para recoger el voto.

Hecha la votación, el Confirmador principal cuenta las papeletas y las abre. Es preciso que el futuro Prior obtenga más de la mitad de los votos emitidos de hecho, es decir, sin contar los votos nulos y las abstenciones. Si ninguno los alcanza, los Confirmadores darán los nombres de los que han obtenido votos y dirán cuántos han recaído sobre cada uno. Entonces se quemarán allí las papeletas y se volverán a escribir otras nuevas.

Si después de la tercera votación nadie queda elegido, se puede hacer una cuarta y última votación el mismo día ; antes de la cual podrán salir los monjes fuera del Capítulo y cambiar impresiones entre sí, pero sin hablar con otros. Si finalmente no sale ninguno elegido, habrá que escribir todo el asunto al Reverendo Padre, quien, después de oír a los Visitadores de la Provincia, proveerá a la Casa privada de pastor.

Pero, si resulta elegido alguno, el Confirmador principal dirá en alta voz : «Tenemos Prior», y dirá su nombre, su Casa de Profesión y la obediencia que tiene, si entonces tuviera alguna, indicando también el número de votos que ha obtenido. Por último, se queman todas las papeletas.

Después de publicarse delante de todos el nombre del Prior, el Vicario, a no ser que haya recaído sobre él la elección, ruega a los Confirmadores que accedan a confirmar como Prior al elegido. Los Confirmadores señalarán un plazo, a saber, uno o dos días, para objetar contra la forma de la elección y la persona del elegido.

Si los Confirmadores no encuentran ningún impedimento, congregados en Capítulo todos y sólo los electores, mientras los demás se reúnen en la iglesia, confirmarán al elegido diciendo el Confirmador principal : «Nosotros, N. y N., humildes Priores de las Casas N. y N., designados por el Capítulo General (o por el Reverendo Padre) para presidir vuestra elección, con la autoridad de nuestros Estatutos os confirmamos como Prior de esta Casa a Dom N., profeso de tal Casa, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Y la Comunidad responderá : «Amén». Cuando uno de los Confirmadores está impedido o es el elegido Prior, el otro hará por sí solo la confirmación. Luego, el segundo Confirmador leerá el proceso verbal de la elección, que firmarán primero los Confirmadores y, después de ellos, todos los electores.

El día en que el Prior toma posesión de su cargo, a la hora convenida, los Confirmadores (o, en su ausencia, el Vicario y el Antiquior), tomando de la cogulla uno de cada lado al nuevo Prior, lo conducen a la silla prioral en la iglesia, seguidos por toda la Comunidad. Hecha allí una breve oración ante las formas, de rodillas y descubiertos, van todos al Capítulo, donde, después de algunas palabras del Confirmador principal (o del Vicario) al nuevo Prior, éste hace la profesión de fe según la norma canónica. A continuación se le acerca el Vicario y, de rodillas, pone sus manos juntas entre las del Prior. Al preguntarle éste : «¿Prometes obediencia?», responde : «Prometo», y, recibido el ósculo de paz, se levanta y se vuelve a su sitio. Lo mismo hacen después del Vicario, el Antiquior y los demás por orden.

Todo ese día se celebra con gozo, se come en el refectorio y no se guarda ayuno, a menos que sea tal que ni por una Solemnidad se quebrantaría. El Oficio que precede al refectorio se canta en la iglesia.