Historia

La historia de la Orden Cartujana es muy rica y muy compleja. No sería posible profundizar aquí en todos sus aspectos. Nos limitaremos a señalar brevemente algunos puntos de referencia.

1. Los orígenes

En junio de 1084, Maestro Bruno con seis compañeros fue conducido por Hugo, obispo de Grenoble, al desierto de Cartuja con el fin de establecer allí un eremitorio: un lugar retirado donde su alma podría elevarse libremente a Dios, buscado, deseado y gustado sobre todas las cosas. Bruno debió abandonar su querida soledad para obedecer al papa, pero poco después fundó, en 1090, un segundo monasterio según su proyecto de vida puramente contemplativo: Santa María de La Torre, en Calabria. Bruno no dejó una Regla escrita. No obstante, inspirados por su ejemplo y formados por la experiencia, los primeros cartujos transmitieron la llama a sus sucesores.

Los orígenes de la Orden, grabado en la edición princeps de los Estatutos por Amorbach, Basilea, 1510

En 1109 la comunidad de Cartuja eligió a Guigo, de sólo 27 años, como su quinto prior: acto de confianza que no iba a ser defraudado, ya que bajo su dirección comenzó un período de notable fecundidad. El fervor y la fidelidad de la primera comunidad tendrán pronto una auténtica proyección: a partir de 1115 varias comunidades pidieron unirse al estilo de vida solitario instituido por Bruno: Portes (Ain), Saint-Sulpice (Ain), Meyriat (Ain). Estas comunidades pidieron encarecidamente a Guigo que les transmitiese por escrito la descripción de las costumbres observadas en la Gran Cartuja. Éste, presionado por el obispo san Hugo de Grenoble, redactó las ‘Costumbres de Cartuja’. En este trabajo, terminado en 1127, se limitó a describir los usos de su monasterio. Esta notable obra, que constituye una verdadera regla monástica, fue adoptada por el conjunto de esas comunidades y las que se fueron añadiendo, Les Écouges (Isère), Durbon (Hautes-Alpes)Bouvante (Drôme), Saint-Hugon (Saboya), y seguirá siendo la base de la legislación cartujana a través de los siglos. Guigo, bajo la benévola supervisión de san Hugo, organizó además el antifonario cartujano, y dejó algunos otros escritos de gran valor.

En 1132 la comunidad de Cartuja sufre una dura prueba: una gran avalancha destruyó el monasterio primitivo. Seis monjes murieron y un séptimo fue encontrado conciente doce días más tarde, pero murió el mismo día. Ante semejante desastre Guigo trasladará el monasterio a un lugar más seguro, el que ocupa todavía hoy, dos kilómetros más abajo. A la muerte de Guigo, en 1136, había nueve casas cartujanas.

El primer Capítulo General tuvo lugar en 1140, bajo la conducción de san Antelmo, séptimo prior de Cartuja. Dicho capítulo instituyó la unidad litúrgica de las casas. Poco después, las monjas de Prébayon se unieron a la naciente Orden.

2. La Edad Media

A partir de 1155, bajo la conducción del R.P. Dom Basile, el Capítulo General tuvo lugar cada año, siempre en la Gran Cartuja. La Orden quedó a partir de entonces orgánicamente constituida. El prior de la Gran Cartuja, elegido solamente por los religiosos de esta casa, recibía, por tanto, las prerrogativas de Ministro General.

Cartujo copista, en un manuscrito de la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, siglo XV
(University Library of Glasgow, Escocia)

1160, primera cartuja en Europa Central: Seitz (en la actual Eslovenia).
1162, primera cartuja nórdica, en Dinamarca: Asserbo (Roskilde).
1163, primera de las 22 cartujas en España: Scala Dei.
1178, primera de las 11 cartujas en Inglaterra: Witham.
Bajo la conducción del R.P. Dom Jancellin se adoptan nuevas directivas litúrgicas, y la misa conventual pasa a ser celebrada diariamente. A su muerte, en 1233, ya había 47 cartujas en Europa.

En 1257 es fundada Cartuja de París, por el rey san Luis. En 1300 tuvo lugar el primer incendio del monasterio de la Gran Cartuja, seguido por el de 1320, que la destruyó casi por completo. En el transcurso de los siglos posteriores fue presa de las llamas en otras siete ocasiones.
En 1334 se fundó la Cartuja de Colonia, cuna de san Bruno, que tendrá una notable irradiación durante varios siglos.

La «peste negra» de 1347/49 que devastó Europa causó cerca de un millar de víctimas en la Orden. 1370, fundación de la Cartuja de Roma. En 1371 la Orden contaba con 130 casas.

El Gran Cisma de Occidente, en 1378, que separó a la Iglesia en dos obediencias, la del Papa de Roma y la del Papa de Aviñón, arrastró a los Cartujos a la división: las casas de Francia y España se ordenaron bajo la jurisdicción del pontífice de Aviñón, y las demás cartujas permanecieron unidas al pontífice romano. No fue sino hasta 1409 que el Cisma llegó a su fin, y la Orden pudo recuperar su unidad al año siguiente gracias a la dimisión simultánea de los Generales de las dos obediencias: Dom Bonifacio Ferrer (hermano de san Vicente Ferrer)  y Dom Esteban Maconi (discípulo de santa Catalina de Siena). El Capítulo General elegió entonces como su único general al prior de la Cartuja de París, Juan de Griffenberg, nacido en Sajonia.

La fundación de casas continuó a ritmo sostenido durante la Edad Media, próxima ya a su fin, extendiéndose hasta Suecia y Hungría. Los Países Bajos conocieron una gran concentración de cartujas.

3. Los siglos XVI a XVIII

En la época del Renacimiento la Orden se encontraba en su apogeo. En 1513 la Orden recupera la casa de Calabria, que se había convertido en una abadía cisterciense caída en el régimen de encomienda. A la muerte del R.P. Dom François du Puy en 1521, quien había iniciado los trámites para la canonización de san Bruno, la Orden contaba con casi 200 cartujas en actividad. Pero esta prosperidad no iba a durar. Como consecuencias de la Reforma protestante desaparecieron alrededor de 40 cartujas durante los disturbios de las guerras religiosas que agitaron todo el siglo XVI. Más de 80 cartujos derramaron su sangre por la fe, entre ellos los primeros mártires de la Reforma inglesa, en 1535. Varias cartujas fueron incendiadas: la Gran Cartuja fue saqueada e incendiada en 1562 por las tropas calvinistas del Barón de Adrets. Se perdieron muchos manuscritos valiosos, entre ellos el rollo original de los títulos fúnebres de san Bruno.

Dom Innocent Le Masson, anónimo, 1676
(Colección Grande Chartreuse)

En épocas de disturbios, de guerras civiles o de religión, los cartujos se vieron obligados en ocasiones a instalarse en el interior de las ciudades: la cartuja de Molsheim es un buen ejemplo. Con los tratados de paz sobrevino un período de relativa estabilidad numérica. La Orden contaba con casas desde el reino de Portugal hasta el ducado de Lituania (la Cartuja de Bereza, en la actual Bielorrusia, era la casa más lejana).

La Gran Cartuja sufrió nuevamente un devastador incendio en 1676, el noveno y el último. El R.P. Dom Innocent Le Masson hizo reconstruir el monasterio según un plano nuevo, tal como existe en nuestros días. Esto sólo fue posible gracias a los donativos llegados de todos los países. Se puede decir que no hay una sola piedra que no haya sido donada por una u otra comunidad de la Orden. En ese momento había alrededor de 160 cartujas en Europa, lo cual explica la envergadura de los edificios de la casa madre, ya que cientos de personas debían ser alojadas durante el Capítulo General, el cual reunía cada año a los priores de todas las casas junto con las personas que los acompañaban. La Orden alcanzaba entonces el efectivo de 2.500 padres, 1.300 hermanos y 70 monjas.

La Gran Cartuja, por Ricois, 1870
(Colección privada)

La Orden cartujana siempre ha sido muy unida. Solamente una vez en la historia existió una rama cartujana independiente. El año 1785 vio la aparición de la Congregación Nacional Española, fruto de un espíritu separatista de antiguas raíces promovido por la corona española. Pero su existencia fue efímera: desapareció cuando el gobierno liberal suprimió todos los monasterios en 1835.

4. La Revolución Francesa

En el siglo XVIII, bajo el reinado de José II de Austria, el cierre de todas las casas situadas en el Imperio Austro-húngaro fue un signo precursor de la Revolución: 24 casas fueron suprimidas. La tormenta revolucionaria que barrió Europa occidental poco después redujo la Orden a poca cosa: sólo algunas casas subsistían en 1805.

El juramento del juego de pelota, por J. L. David, hacia 1791
(Museo Carnavalet, París)

Los principios dominantes de los revolucionarios eran el individualismo y la soberanía absoluta de un Estado laico. Se prohibió toda agrupación particular, de modo que sólo quedaran frente al Estado individuos aislados. El período puede resumirse en algunas fechas:

Febrero de 1790: La Asamblea Constituyente se niega a reconocer los votos monásticos, considerándolos como una servidumbre de por vida. En un primer momento la ley abre la puerta a los que quieren salir del monasterio, pero les reconoce a los religiosos la libertad de seguir su regla y de guardar el hábito.
12 de julio de 1790: La Asamblea Constituyente vota la ‘Constitución Civil del Clero’ e impone el juramento. Los refractarios son perseguidos. Muchos cartujos fueron guillotinados.
Agosto de 1792: Las congregaciones religiosas son suprimidas; se prohibe el uso del hábito religioso.
Octubre de 1792: Fecha límite para la evacuación de todos los monasterios, que pasan a ser propiedad del Estado con todos sus bienes. Se dispersan todos los cartujos franceses; algunos de ellos alcanzan las cartujas de Suiza o Italia.
1794: Todos los religiosos encarcelados menores de 60 años son deportados a Burdeos, Saintes y Rochefort, donde con mucha frecuencia mueren de miseria. Entre ellos se encontraban algunos cartujos.

Muchos cartujos tuvieron que vivir en una peligrosa clandestinidad, entre ellos Dom Ephrem Coutarel, artífice del retorno a Francia cuando las aguas se calmaron un poco.

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5. De la Restauración a mediados del siglo XX

Un decreto del rey Luis XVIII autoriza el regreso de los monjes. Los cartujos exiliados vuelven a tomar posesión de la Gran Cartuja el 8 de julio de 1816. El mismo año las monjas que habían sobrevivido retoman la vida cartujana en Beauregard (Voiron, en Isère). A fines de siglo, que fue un período de reconstrucción, ya había 27 casas abiertas en Europa. Entre ellas, la nueva de Parkminster, en Inglaterra, donde los cartujos pudieron al fin regresar después de la Reforma.

Sin embargo, una nueva oleada de anticlericalismo ganaba terreno. La ley de 1901 contra las congregaciones religiosas provocó el cierre simultáneo de 10 cartujas francesas. La comunidad de la Gran Cartuja fue expulsada por las autoridades públicas, manu militari, en 1903, y se establece en la Cartuja de Farneta, en Italia. Los otros cartujos tuvieron que emigrar.

Los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial vieron el lento restablecimiento de algunas casas: en Francia tres de monjes y una de monjas. En junio de 1940, el R.P. Dom Ferdinand Vidal, ante la inminencia de la entrada de Italia en la guerra, aprovechó la situación para reclamar el regreso a Francia en calidad de refugiados políticos. La comunidad pudo instalarse una vez más en la Gran Cartuja y la Orden pudo celebrar de nuevo el Capítulo General en la casa madre.

6. Nuevos horizontes

En 1967 fue elegido general el R.P. Dom André Poisson, cuya tarea fue la de renovar, con la ayuda de todos los miembros de la Orden, los Estatutos cartujanos según las prescripciones del Concilio Vaticano II y del nuevo Código de Derecho Canónico.

En ese período de la postguerra, una serie de monasterios fueron reabiertos o construidos: Portes (restaurado en 1971) y Notre-Dame (construido en 1978 para recibir a las monjas de Beauregard) en Francia; Marienau (construido en 1964 para recibir a los monjes de Hain) en Alemania; Trinità (construido en 1994 para recibir a las monjas de Riva) en Italia; Évora (restaurado en 1960, cerrado en 2019) en Portugal; Benifaçà (restaurado en 1967) en España.

A partir de mediados del siglo XX se abrien nuevos horizontes para la Orden, que comienza a expandirse fuera de Europa: primero en los Estados Unidos, en 1950; luego en Brasil, en 1984; y en Argentina, en 1998. Las últimas fundaciones son las de Corea del Sur, una de monjes y una de monjas (2002).

Se puede mencionar finalmente la visita histórica del Papa Juan Pablo II a la Cartuja de Serra San Bruno en Calabria en 1984, con ocasión del IX centenario de la Orden; su carta a los cartujos por el IX centenario de la muerte de san Bruno en 2001; y la visita del papa Benedicto XVI a la misma cartuja en 2011.

La Orden cartujana ha sido siempre poco numerosa, en comparación con otras Órdenes monásticas y congregaciones religiosas. Sin embargo ha atravesado los siglos, con su cuota de problemas y de transformaciones profundas. El espíritu de san Bruno permanece vivo, la misión del cartujo permanece siempre actual, y la llamada al desierto sigue atrayendo jóvenes vocaciones en todo el mundo.

Preguntas frecuentes sobre Historia


7. Los Santos cartujos

Como reza un antiguo adagio, «Cartusia sanctos facit, sed non patefacit»: la cartuja hace santos, pero no los da a conocer. Los cartujos, en coherencia con su vocación a la vida oculta, no tienen postulador en Roma para solicitar la canonización de los miembros de su Orden. La única excepción fue en favor del fundador, cuando en 1514 el Capítulo General hizo la petición expresa al papa León X. La mayoría de las veces el recuerdo y el culto de un cartujo es obra de la devoción popular. El primero de todos los cartujos que fue elevado a los altares fue san Hugo de Lincoln, canonizado en 1220 por aclamación y confirmación pontificia; los más recientes, en 1995, son los beatos Claudio y Lázaro, mártires de la Revolución Francesa, junto a un grupo de otros testigos de la fe, cuyo proceso fue promovido por la diócesis de La Rochelle. Por esta razón la siguiente lista no es representativa de la santidad de la Orden de los Cartujos a lo largo de los siglos, santidad sólo reservada a la mirada de Dios; en efecto, existen varios cartujos que han sido obispos, lo cual es extremadamente raro, motivo por el cual han sido conocidos y admirados. Presentamos aquí una breve noticia de los santos monges oficialmente inscritos en el martirologio romano.

La descendencia espiritual de san Bruno, anónimo, fin del siglo XVIII
(Colección Museo de la Cartuja de Calci, Italia)
Beato Lanuino, monje

El beato Lanuino el Normando se unió a la comunidad del eremitorio de La Torre en Calabria, segunda fundación de san Bruno, en 1091 o 1092. Desde ese momento lo títulos de archivo se dirigen conjuntamente a Bruno y a él, poniéndolos en el mismo plano desde el punto de vista administrativo. Encargado de los asuntos temporales de la comunidad, fue elegido Maestro del eremitorio a la muerte de san Bruno en 1101, a pesar de una fuerte oposición. A partir de 1104 el papa Pascual II le encargó varias embajadas. En 1114 añadió al eremitorio una casa cenobítica bajo la regla de san Benito, para los monjes enfermos, y donde debían formarse los candidatos a la vida eremítica. Murió el 11 de abril de 1116.

Beato Airaldo, monje y obispo

Airaldo fue primero canónigo regular del capítulo catedralicio de Grenoble y ratificado como decano de San Andrés en esta iglesia de 1102 a 1132. Luego entró en la cartuja de Portes bajo el priorato de Bernardo, primer prior de esta casa. Apenas pocos años después de su profesión, fue obligado a aceptar el obispado de Maurienne, donde firma los documentos entre 1135 y 1143. En la medida en que su cargo episcopal se lo permitía, permaneció fiel a las observancias de la Orden y gustaba de volver a la soledad de Portes por breves períodos. Falleció el 2 de enero de 1146.

Beato Juan de España, monje

El beato Juan, nacido en España en 1124, estudió a partir de 1136 en las escuelas claustrales de la Provenza. En 1139 tomó el hábito monástico en un eremitorio cercano a Prebayón, pero en 1141 entró en la cartuja de Montrieux. Sacristán desde el año siguiente y prior en 1148, se convirtió en 1151 en el fundador y primer prior de la Cartuja del Reposoir. Les dio las ‘Costumbres de Cartuja’ a las monjas de Prebayón y copió para ellas los libros litúrgicos cartujanos, desempeñando un papel fundamental en la afiliación de este monasterio a la Orden. Murió en el cargo el 25 de junio de 1160.

San Antelmo, monje y obispo

Nacido hacia 1107 no lejos de Chambéry, en el seno de la familia señorial de Chignin, Antelmo fue inicialmente preboste de la catedral de Ginebra y canónigo de la de Belley. Entró en la Cartuja de Portes en 1136 o principios de 1137. Fue llamado a la Gran Cartuja, en reconstrucción por ese entonces; allí profesó, fue procurador desde de su profesión, y luego prior en 1139. Reunió el primer Capítulo General en 1140. Dimitió en 1151 y fue elegido prior de Portes. Más tarde fue elegido obispo de Belley, en 1163. Trató en vano de mediar entre santo Tomás Becket y el rey Enrique II de Inglaterra. Murió el 26 de junio de 1178.

Beato Guillermo de Fenol, monje

El beato Guillermo de Fénol o de Fenoglio, nacido en Garessio, en un principio ermitaño, se convirtió en hermano converso de la Cartuja de Casotto, en el Piamonte. Hombre de oración y sencillez, llevó una vida de servicio oculta pero ferviente. Falleció poco antes de 1182, centenario. Su fama de santidad se extendió por regiones lejanas.

Beato Odón de Novara, monje

El beato Odon, nacido en Novara en 1140, profesó en la Cartuja de Casotto. Nombrado primer prior de la Cartuja de Jurklošter (Gyrio, Eslovenia), pero debido a conflictos con el obispo partió a Roma para pedir la aceptación de su renuncia. Pasando por la abadía de Tagliacozzo, donde la abadesa del lugar era pariente del papa Clemente III, fue retenido como capellán y confesor; vivió como eremita fuera del monasterio de las monjas. Allí murió el 14 de enero de 1200, más que centenario. Varios milagros fueron reconocidos ante su tumba, y su culto permanece muy vivo en esa diócesis.

San Hugo de Lincoln, monje y obispo

Hugo entró en la Gran Cartuja, donde fue procurador. Más tarde el Capítulo General, a petición del rey de Inglaterra, le encomienda confirmar la incipiente vida cartujana en este reino. Fue el tercer prior de la cartuja de Witham. Después de veinticinco años de vida monástica fue elegido obispo de Lincoln. Su celo y su sabiduría estaban unidos a un coraje viril ante las pretensiones de las autoridades civiles. Esto le valió el apodo de «el martillo de los reyes». Puso los cimientos de la magnífica catedral de Lincoln. Pudo hacer una visita a la Gran Cartuja poco antes de su muerte, acontecida en 1200.

San Artoldo, monje y obispo

Artoldo, de origen noble, está ligado por una tradición no verificable a la familia de Sothonnod. Nacido en 1101, entró en la Cartuja de Portes en 1120. En 1132 fundó la Cartuja de Arvières a petición del obispo de Ginebra y se convirtió en su primer prior. Ya no ejercía estas funciones durante el Capítulo General de 1140, o al menos no participó en el mismo. En cambio, es ratificado como prior en 1155 y respaldado durante su desafortunada intervención en el conflicto entre el sacerdocio y el imperio en 1164. En 1188 fue elegido obispo de Belley, cargo que aceptó sólo por obediencia, aunque sus 87 años lo obligaron a dimitir en 1190. Regresó a Arvières, donde murió el 6 de octubre de 1206 a la edad de 104 años

San Esteban de Châtillon, monje y obispo

Esteban de Châtillon, nacido en 1155, entró en la Cartuja de Portes, donde hizo su profesión. En 1183 fue prior. Después de treinta y un años de vida cartujana fue elegido obispo de Die en 1207, y no aceptó sino a instancias de una orden formal del Papa y del R.P. General de los cartujos. Muerto después un año de episcopado en 1208, fue canonizado por los numerosos milagros debidos a su intercesión.

Beato Bonifacio de Savoya, novicio monje y obispo

Undécimo hijo del conde Tomás I de Saboya y de Margarita de Faucigny, Bonifacio de Saboya recibió en herencia las señorías de Rossillon, Virieu, etc. Entró en la Gran Cartuja y luego, por orden de su padre, salió antes de su profesión para recibir el obispado de Belley y el priorato de Nantua en 1234. En 1239 recibió, además, la administración del obispado de Valence a la muerte de su hermano Guillermo. Nombrado arzobispo de Canterbury en 1241, renunció a sus dos primeras sedes en 1242. Murió en el castillo de Santa Elena en Saboya el 14 de julio de 1270.

Beato Nicolás Albergati, monje y obispo, cardenal

Nacido en 1375 en el seno de una familia boloñesa de antigua nobleza, la cual se remonta al siglo X, Nicolás estudió derecho y más tarde entró en la Cartuja de Bolonia, donde fue elegido prior a los 32 años. Luego de veintidós años de vida cartujana Nicolás fue elegido obispo de Bolonia contra su voluntad, y posteriormente nombrado cardenal. Diplomático de gran talento al servicio del Papa, restablece la paz entre Francia e Inglaterra. En el Concilio de Basilea defendió la supremacía pontificia, y más tarde presidió el Concilio de Ferrara. Apodado «el Angel de la paz», fue universalmente amado por su santidad y su bondad. Murió el 9 de mayo de 1443.

Santos Juan Houghton, Agustín Webster, Roberto Lawrence y compañeros, mártires

Juan Houghton, nacido en 1487, se graduó como bachiller in utroque en Cambridge. Sacerdote en 1511, entró en la Cartuja de Londres en 1515. Sacristán en 1523, procurador en 1526, se convirtió en prior de Beauvale en 1531 e inmediatamente de Londres en el mismo año. El 29 de mayo de 1534 rechazó el juramento puro y simple de supremacía real sobre la Iglesia de Inglaterra. El 13 de abril de 1535 fue arrestado junto con Dom Roberto Lawrence, prior de la Cartuja de Beauvale, y Dom Agustín Webster, prior de la cartuja de Axholme. Juzgados el 29 de abril, fueron ejecutados el 4 de mayo, eviscerados. Otros quince cartujos, padres y hermanos, fueron martirizados en los cinco años siguientes. Fueron beatificados el 29 de diciembre de 1886, y canonizados el 25 de octubre de 1970.

Beato Guillermo Horn, monje y mártir

El beato Guillermo Horn, converso profeso de la Cartuja de Londres, fue encarcelado en 1537 junto con otros nueve monjes, hermanos o padres. Mientras que sus compañeros murieron en prisión a lo largo de ese año, él sobrevivió allí tres años más, muriendo luego como mártir el 4 de agosto al ser eviscerado.

Beato Claudio Béguinot y Lázaro Tiersot, mártires

Los Padres Claudio Béguinot (nacido en Langres en 1736), de la Cartuja de Bourgfontaine, y Lázaro Tiersot (nacido en Semur-en-Auxois en 1739), de la Cartuja de Notre-Dame de Fontenay, dieron su vida por la defensa de la fe y el honor del sacerdocio durante la Revolución Francesa. Murieron de miseria encerrados en los astilleros de Rochefort; el primero de ellos murió el 16 de julio de 1794 a bordo del barco-prisión ‘Deux-Associés’, mientras que el segundo encontró la muerte el 10 de agosto de 1794 a bordo del barco-prisión ‘Washington’. Fueron beatificados por Juan Pablo II en 1995.

Se cuentan también como mártires de la Revolución, por haber rechazado el juramento constitucional, una cuarentena de cartujos, particularmente Dom Pierre Brizard, ahogado en los astilleros de Nantes, y los Padres André Jacquet, Marcel Liottier, Michel Poncet, Étienne Ballet y Anthelme Monier, guillotinados en Lyon a finales del año 1791, así como Pacôme Lassus, cartujo de Montmerle, guillotinado en Pontarlier el 25 de abril de 1794.

Otras figuras, aún sin haber sido canonizadas, han gozado siempre de una reputación de santidad dentro de la Orden, como el R.P. Dom Juan Birelle (+1361), Dom Esteban Maconi (+1424) y Dom Juan Lanspergio (+1539).

Para las santas cartujas, ver su página


8. Las casas a lo largo del tiempo

Han existido alrededor de 310 casas a lo largo de los siglos; algunas estuvieron en actividad largo tiempo, otras conocieron una vida efímera, algunas fueron retomadas varias veces, otras son muy recientes. La geografía de la Orden Cartujana a variado siempre, según los azares de la historia y de las iniciativas particulares. Todas las casas de la Orden se describen en una página suplementaria.

Cartuja de La Part-Dieu, en Suiza
(Colección Cartuja de La Valsainte, Suiza)

Cartuja de Molsheim, en Francia
(Colección Museo de la Cartuja de Molsheim, Francia)
Cartuja de Miraflores, en España
(Colección Cartuja de Miraflores)

Las «Cartes de Chartreuse»

La Gran Cartuja guarda un precioso depósito de cuadros antiguos representando muchas casas de la Orden. A finales del siglo XVIII, mientras reconstruía la casa madre, Dom Innocent Le Masson ordenó realizar pinturas monumentales de cada una de las casas existentes en la época. La tradición continuó hasta el siglo XIX. Esos lienzos, llamados “Cartas de Cartuja” (mapas de la Cartuja), siempre en vista aérea, son un testimonio excepcional de la vida y la fe de los cartujos, así como una luz sobre su arquitectura particular.

Setenta y nueve de esas pinturas han llegado hasta nosotros, y fueron incluídas en el inventario de monumentos históricos en 2001. Han sido el objeto de una restauración ambiciosa que ha revelado su alto valor histórico y artístico. Agradecemos vivamente a todos los mecenas e instituciones públicas y privadas que colaboraron en esta restauración. Esta colección incomparable muestra la impresionante variedad de monasterios cartujos (estilos), la variedad de sitios de implantación (desiertos de rocas y bosques, o cerca de las ciudades) y la variedad de artistas que la realizaron (del simple artesano al maestro confirmado). En fin, estas ‘cartas’ ilustran la vida en la cartuja, con una profusión de detalles preciosos y a veces simpáticos, de personajes y escenas de la vida cotidiana.

Diaporama «Galeria de las Cartes de Chartreuse»

Otros cuadros representando las antiguas casas de la Orden (originales de la antigua colección, copias u otros) se encuentran en diversos monasterios y museos, especialmente en Austria (la institución Klosterneuburg posee treinta y cinco lienzos, de los cuales veinticuatro prestados a Gaming). En muchos casos estos cuadros son el único testimonio del aspecto que presentaban las cartujas desaparecidas.

Cartuja de Tückelhausen, en Alemania
(Klosterneuburg, Austria)
Cartuja de Bereza, en Bielorrusia
(Klosterneuburg, Austria)
Cartuja de Ara Christi, en España
(Klosterneuburg, Austria)

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