Historia

1. Los orígenes

La existencia de las monjas cartujas remonta casi a los orígenes de la Orden de la Cartuja. La rama femenina ha estado presente en la Orden desde el principio. Cuenta con una tradición de ocho siglos y medio.

San Bruno y sus compañeros llegaron al desierto de la Cartuja (Chartreuse) en 1084. Buscaban un lugar solitario para hacer revivir en Occidente la tradición de los antiguos Padres del desierto: una vida consagrada a la oración, la soledad, la conversión y la pobreza. El fervor y la fidelidad de la primera comunidad a la orientación eremítica se difundirá rápidamente: a partir de 1115 algunas comunidades pidieron incorporarse al modo de vida iniciado por San Bruno. Movido por sus ruegos y los del obispo san Hugo de Grenoble, Guigo, quinto prior de la Gran Cartuja, redactó la primera regla de la Cartuja: las Costumbres de la Cartuja. Esta obra, terminada en 1127, sigue siendo hoy en día el fundamento de la legislación cartujana. En 1140 se reunió el primer Capítulo General bajo la guía de san Antelmo, que unirá a todas las casas en la caridad y velará porque se mantenga la observancia catujana a lo largo del tiempo.

En esa misma época, hacia 1145, las religiosas de Prébayon, en la Provenza, al sur de Francia, que seguían una regla de la región, atraídas por este nuevo género de vida, pidieron ser afiliadas a la Cartuja. Fueron acogidas en la Orden por san Antelmo, séptimo prior de la Gran Cartuja, dando así nacimiento a la rama femenina de la Orden. Desde ese momento, las monjas cartujas forman junto con los monjes cartujos una Orden única, bajo la dirección del mismo Ministro General, el Prior de la Gran Cartuja.

El Beato Juan de España (†1160), monje y prior de Montrieux, apoyó y guió esta opción por una vida de mayor soledad, proporcionando a las monjas de Prébayon una copia de las Costumbres de la Cartuja. Enviado a Saboya para fundar la cartuja de Reposoir, se dedicó durante varios años a copiar para las monjas los libros litúrgicos en uso en la Cartuja. Fue probablemente durante el segundo Capítulo General, en 1115, en el que participaba como prior de la cartuja de Reposoir, cuando contribuyó también a la ratificación de la afiliación de las monjas a la Orden. Sin duda, ha jugado un papel decisivo en la adquisición por parte de las monjas de la tradición iniciada por San Bruno.

Sin embargo, la asimilación por parte de las monjas de todas las características de la Cartuja se hizo por etapas a lo largo de los siglos. Las monjas de Prébayon llevaban una vida cenobítica según las costumbres de la época, ciertamente en un lugar apartado y solitario, pero nada atestigua que existieran eremitorios. Seguían una regla monástica que la tradición asimila a la de san Cesáreo de Arlés, aunque no existen pruebas que lo atestigüen. Por su parte, añadieron la consagración virginal. Una carta del Capítulo General de 1320 que prescribía que « ninguna durmiera sola » deja constancia de que bastante tiempo después de su afiliación a la Orden de la Cartuja, continuaban teniendo un dormitorio común y que compartían también las comidas y el trabajo. El paso del cenobitismo al eremitismo ha seguido diversas fases de adaptación en lo que se refiere al status religioso, el rigor de la clausura y la guarda de la soledad.

Consagración virginal de las monjas cartujas, por Matías de Visch (1748)

Durante varios siglos las monjas tenían mayor parte de vida común que los monjes. Sucesivas constituciones iban a ir reforzando progresivamente los mismos principios de soledad y de pobreza. Este cambio decisivo tuvo lugar durante el siglo XVII gracias al interés de Dom Innocent Le Masson por las monjas de su Orden, siendo el primer Prior General en dedicarles unos Estatutos propios extraídos de los Estatutos de la Orden, junto con algunas decisiones del Capítulo General. Se pasa así de los Antiqua Statuta de 1271 que sólo contenían 10 breves párrafos en relación a las monjas,  a los Estatutos de las monjas de la Cartuja extraídos de los Estatutos de la Orden y algunas ordenanzas de los Capítulos Generales, por Dom le Masson, con el fin de unificar los usos de la Orden, incluida la rama femenina.

Las monjas cartujas han conocido en su historia las mismas duras pruebas que los monjes. En 1794, como consecuencia de la Revolución francesa, todas las cartujas femeninas fueron cerradas ; pero en 1816, las pocas monjas que habían sobrevivido volvieron a dar vida en circunstancias muy adversas a la rama femenina de la Orden, que se ha mantenido sin interrupción hasta nuestros días.

2. Evoluciones recientes

Se seguía pensando que el temperamento femenino no podía asumir todos los rigores de la soledad de los monjes. Hacia 1970, gracias al espíritu de renovación suscitado por el Concilio Vaticano II, y como consecuencia de insistentes peticiones de las monjas para poder llevar la vida cartujana en toda su plenitud, hubo una evolución hacia una vida más solitaria, de forma que actualmente la vida de las monjas es idéntica a la de los monjes. Desde 1973 tienen así mismo su propio Capítulo General, que se celebra cada dos años en la Gran Cartuja, así como sus propios Estatutos completos, aunque conservan la unión orgánica y espiritual con los monjes.

La rama femenina de la Orden de la Cartuja cuenta hoy en día con cinco casas: dos en Francia (en el Macizo Central y en la Provenza), una en Italia, una en España y una en Corea. En pos de las huellas de los primeros cartujos, permaneciendo a la escuela del Espíritu Santo y dejándose formar por la experiencia, las monjas cartujas quieren permanecer fieles al carisma de su padre, San Bruno, en el seguimiento de Cristo.

3. Algunas Figuras

Son muchas las monjas que se han santificado silenciosamente en las diferentes cartujas, pero tres mujeres de excepción han dejado su nombre en la historia espiritual y hagiográfica de la Orden. Vamos a evocarlas brevemente :

Santa Rosalina de Villeneuve

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Santa Rosalina,
por A. Sublet (hacia 1894)

Hija de Giraud de Villeneuve, señor de Arcs, Rosalina nace en 1262 en el castillo de Arcs-sur-Argens, en la Provenza, Francia. Ya desde su infancia, Rosalina sobresale por su caridad y su gran amor hacia los pobres. Durante la adolescencia, peregrina junto con su hermano a la Abadía de l’Ile de Lérins; el encuentro con el Padre Abad será determinante para su vocación religiosa. En efecto, unos años más tarde renuncia al mundo para consagrarse a Dios como religiosa en la Orden de la Cartuja. Rosalina comienza su vida monástica en la cartuja de Saint-André-de-Ramières, diócesis de Gap (Vaucluse), casa a la que se había trasladado a principios del S. XIII la primera comunidad de monjas cartujas, la de Prébayon; posteriormente terminará su noviciado en la cartuja de Bertaud, en la misma región. Cinco años después de su Profesión religiosa, hacia 1285, como respuesta a los ruegos de su anciana tía Jeanne de Villeneuve, primera priora de la cartuja de Celle-Roubaud, cerca de Arcs-sur-Argens, se desplaza hasta allí; es en esa casa donde discurrirá definitivamente su existencia de monja contemplativa. Su vida transcurre santamente, plena, muy incardinada en su tiempo. Hacia 1300 sucederá a su tía en el gobierno del monasterio, permaneciendo en el cargo de priora hasta 1325. Su personalidad irradiaba tanto dentro como fuera del monasterio, influyendo notablemente en los señores laicos y dignatarios eclesiásticos, y a través de ellos, en los acontecimientos locales de su época. Atrae las bendiciones de Dios hacia su monasterio y hacia su propia persona, y se le atribuyen algunos milagros, entre ellos la curación de ciegos, cosechas abundantes, y la liberación de su propio hermano, el caballero Hélion, hecho prisionero durante las Cruzadas.

Murió el 17 de enero de 1329, casi a la edad de 67 años. Exhumada cinco años más tarde se la encontró intacta, con unos ojos tan vivos y brillantes como cuando estaba viva. Su cadáver se conserva hasta hoy incorrupto, y en la actualidad es venerado en un relicario en la iglesia de su ciudad, Arcs en Provence, junto con el relicario que contiene sus ojos. Su pleura, también incorrupta, se conserva en el monasterio de la Gran Cartuja. En la diócesis de Toulon-Fréjus el culto popular hacia ella se ha mantenido ininterrumpidamente y sigue aún hoy en vigor. Es la primera santa cartuja canonizada, modelo de perfección de virtudes cartujanas, de humildad, pureza, espíritu de oración y caridad.

B. Beatriz de Ornacieux,
por P. Mignard (S. XVII)

Beata Beatriz de Ornacieux

Beatriz nació hacia 1260 en una familia noble. A la edad de 13 años entró en la cartuja de Parménie (Isère) que podía ver desde el castillo familiar. Resaltó por sus virtudes, su vida de oración y un amor ardiente por la Pasión de Cristo que la impulsaría a llevar una vida especialmente mortificada. En su vida fueron frecuentes las visiones, éxtasis y comunicaciones sobrenaturales, así como los combates interiores y exteriores. Tiempo después sería nombrada priora de su comunidad. En 1300 fue enviada a fundar la cartuja de Eymeux (Drôme) donde vivirá hasta su muerte en 1303. Sus restos mortales fueron trasladados a Parménie hacia 1309 y su tumba gozará a lo largo de los siglos del culto popular, reconocido por el papa Pío IX, que la beatificará en 1869. Se le atribuyen diversos milagros durante su vida. Ha dejado el recuerdo de una santidad centrada en la contemplación eucarística, en una tierna devoción a la Virgen María y en una mística de fenómenos extraordinarios en la tradición de la veneración a la Cruz, que marcará la espiritualidad occidental desde el S. XIII al XV. Su vida fue escrita poco después de su muerte por la monja cartuja Margarita de Oingt.

Margarita de Oingt

Margarita de Oingt,
por D. Crespi (1629)

No se conoce la fecha de nacimiento de Margarita, pero se la sitúa hacia 1240. Pertenecía a la noble familia lyonesa de Oingt. Era hija del señor Guichard y tenía dos hermanos y tres hermanas, de las que dos se hicieron religiosas como ella. Margarita entró en la cartuja de Poleteins, en el Dombe, respondiendo a una llamada divina y no por obediencia a la voluntad paterna, como solía ser habitual en su época. En 1288 es elegida priora de su comunidad y permanecerá en el cargo hasta su muerte, el 11 de febrero de 1310. Después de su fallecimiento será venerada como beata, pero su culto fue interrumpido a causa de la Revolución, cuando todas las casas de monjas cartujas fueron cerradas y las monjas dispersadas. Esta interrupción impidió la postulación de su causa a fines del S. XIX.

Margarita ha dejado algunos escritos espirituales de notable valor, no sólo por su contenido, sino también desde el punto de vista literario, por ser de los pocos ejemplos de la lengua franco-provenzal utilizada en Lyon en el S. XIII. Mujer culta, escribía tanto en latín como en provenzal, y es la primera autora lyonesa que empleó su lengua materna para redactar sus pensamientos. Sus obras comprenden: las Meditaciones (escritas en latín), el Espejo, la Vida de santa Beatriz, virgen de Ornacieux, y algunas Cartas. No tenía intención de publicar sus composiciones, sino, como ella misma explica, fijar por escrito los pensamientos suscitados por Dios en su corazón, para no olvidarlos y poderlos meditar de nuevo con la ayuda de la gracia; algunos escritos se deben a la petición de su confesor, para edificación de sus hermanas.

El centro de su espiritualidad es la persona de Jesús desde una perspectiva nupcial.  Con una sensibilidad exquisita y muy femenina, Margarita se refiere a Cristo como « Madre », ya que los sufrimientos de su Pasión son como los dolores de parto que nos obtienen la vida de la gracia. Cristo es también contemplado en su gloria de resucitado, como el espejo luminosos de la gloria divina. Llena de humildad, se expresa con un lenguaje alimentado en la Sagrada Escritura, así como en la Liturgia y en algunas grandes figuras espirituales de su siglo. Margarita es importante para todos aquellos que se interesan por la mística  el papa Benedicto XVI le dedicó su audiencia general del 3 de noviembre de 2010, presentándola como una« mujer santa y sabia, que sabe expresar con un cierto humor una sensibilidad profundamente espiritual » citando abundantemente sus obras, prueba de su originalidad y calidad.

Podrían mencionarse igualmente :

Sor Ana Griffon (†1641) de la cartuja de Gosnay (Pas-de-Calais), favorecida por abundantes dones místicos. Y la madre Albertina de Briois, priora de la cartuja de Gosnay que murió mártir en Arras durante la Revolución Francesa, el 27 de junio de 1794.

Después de la restauración de la vida cartujana femenina en 1816 y hasta nuestros días, son 18 las monjas que han recibido después de su muerte el título de «laudabiliter vixit», la última de ellas Sor María Verónica Caldirola, profesa de la cartuja de los Sagrados Corazones, que falleció centenaria en el 2015, después de haber vivido 78 años en la Orden. Sin ser una quasi-canonización, este titulo es otorgado por el Capítulo General, con la unanimidad de todos sus miembros, a los religiosos y religiosas que se han destacado por sus virtudes y su irradiación personal.

4. Las casas a lo largo del tiempo

cartujapatrociniopaísfechas
Prebayón
(San Andrés de Ramières)
 Vaucluse, Francia1145?-1336
BertaudNuestra SeñoraHautes-Alpes, Francia1188-1446
BuonluogoNuestra Señora Turín, Italia1223-1303
PremolNuestra Señora Isère, Francia1234-1792
PoleteinsMonasterio de la Bienaventurada Virgen MaríaAin, Francia1245?-1605
Parménie Nuestra SeñoraIsère, Francia1257-1391
La Celle-Roubaud Var, Francia1260-1420
Belmonte di Busca Turín, Italia1274?-1285?
Bricherasio Turín, Italia1277?-1303
MelánNuestra SeñoraHaute-Savoie, Francia1282-1793
SalettesSala o Corte de Nuestra SeñoraIsère, Francia1299-1792
Eymeux Drôme, Francia1300-1309
Val de Susa Susa, Italia1323-1338
Mont-Sainte-Marie (Gosnay)Santa MaríaPas-de-Calais, Francia1329-1792
BrujasSanta Ana del Desierto (Sint-Anna-ter-Woestyne)Flandes Occidentale, Belgica1348-1796
Murviedo?Espíritu SantoValencia, España1389?-1610?
Les Écouges (Le Revesti)Nuestra Señora de los Vigilantes (Excubiarum)Provence, Francia1391-1418
DurbónNuestra SeñoraHautes-Alpes, Francia1446-1601
BeauregardSanta CruzIsère, Francia1822-1978
La Bastide-Saint-PierreSantos Corazones de Jesús y MaríaTarn-et-Garonne, Francia1854-1903
Le GardNuestra Señora de GardSomme, Francia1871-1906
RivaSantos Corazones de Jesús y MaríaTurín, Italia1903-1998
San FrancescoSan Antonio de PaduaTurín, Italia1904-1994
Burdinne Liège, Bélgica1906-1928
NonenquePreciosa SangreAveyron, Francia1928-
Benifaçà Nuestra SeñoraCastellón de la Plana, España1967-
VedanaSan MarcosBelluno, Italia1977-1994; 1998-2013
ReillanneNuestra SeñoraHaute-Provence, Francia1978-
DegoTrinidadSavone, Italia1994-
AnunciaciónAnunciaciónCorea del Sur2002-

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