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Quienquiera que seas, que los azares de Internet han conducido a este sitio, bienvenido.
No encontrás nada aquí o poca cosa de lo que el mundo actual aprecia, ni siquiera el deseo de ser diferentes. Ofrecemos aquí una presentación rápida de la Ordren Cartujana; en las páginas correspondientes de monjes y de monjas podrás descubrir de forma más completa el mundo poco conocido de los cartujos…
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Cristo
Jesús dijo: « Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sin pasar por mí » (Jn 14, 6).
« Cristo, Verbo del Padre, por mediación del Espíritu Sainto, eligió desde el principio a algunos hombres, a quienes llevó a la soledad para unirlos a sí en íntimo amor » (Estatutos 1.1).
Los cartujos quieren responder a este llamado, imitándolo particularmente en su vida escondida de Nazaret, en su ayuno en el desierto, en su oración al Padre solo en la montaña, y en el don total de sí mismo.
San Bruno
Maestro Bruno, « hombre de corazón profundo », después de haber dirigido largo tiempo la escuela catedral de Reims, respondiendo al llamado divino de una vida exclusiva por Dios solo, se introdujo en el macizo de Chartreuse en 1084 con seis compañeros para hacer revivir en Occidente el espíritu de los Padres del Desierto. Luego fundó otro monasterio en Calabria, donde murió en 1101.
Iniciador e inspirador de la vocación cartujana, es nuestro Padre fundador.
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La Orden Cartujana
Esta Orden monástica semi-eremítica se desarrolló a lo largo del tiempo en otros lugares y países. Comprende una rama masculina y una femenina. Hoy cuenta con veintiuna casas en el mundo.
Las casas permanecen unidas por la caridad, por una observancia idéntica, por el Capítulo General (cada dos años) y por las visitas canónicas regulares.
Desde hace más de nueve siglos todos nuestros monasterios se dedican exclusivamente a la vida contemplativa, sin ministerio pastoral, donde monjes y monjas llevan una vida solitaria de oración en el corazón de la Iglesia.
Contemplativos
Los cartujos consagran completamente su vida a la alabanza divina, la oración y a la búsqueda de Dios en el secreto de su corazón. Su misión consiste en permanecer cerca de la Fuente, en nombre de todos. Interceden por la Iglesia y pour las necesidades del mundo entero.
Su vida se equilibra alrededor de tres ejes:
el silencio, la soledad, la guarda de la celda ;
la oración común en la iglesia, tres veces al día, así como algunos encuentros fraternos;
una liturgia propia, adaptada a su estilo de vida y a su reducido número.
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La vida solitaria
« El empeño y propósito nuestros son principalmente vacar al silencio y soledad de la celda. Esta es, pues, la tierra santa y el lugar donde el Señor y su siervo conversan a menudo como entre amigos; donde el alma fiel se une frecuentemente a la Palabra de Dios y la esposa vive en compañía del Esposo; donde se unen lo terreno y lo celestial, lo humano y lo divino » (Estatutos 4.1).
Todos llevan una vida de oración y de trabajo muy solitaria, en la celda para unos, más ocupados en las tareas cotidianas en el monasterio para otros. Plegaria, meditación y trabajo se suceden con gran regularidad, bajo el ritmo del año litúrgico y de las estaciones.
La soledad implica la separación del mundo, realizada por la clausura. En la práctica se traduce, entre otras cosas, por la renuncia a toda hospitalidad y a todo apostolado exterior; las visitas limitadas a la familia más cercana, una o dos veces por año; ninguno o muy poco contacto directo con los medios de comunicación.
La vida comunitaria
« La gracia del Espíritu Sainto congrega a los solitarios para formar una comunión en el amor » (Estatutos 21.1).
La soledad de los cartujos no es total, se equilibra por una parte de vida comunitaria. En particular durante la Eucaristía conventual, la larga vigilia nocturna y las Vísperas.
Los domingos la vida de familia se manifiesta más, recibiendo un consuelo en la comida tomada en común y la recreación.
El paseo semanal o « espaciamiento » permite a la vez los encuentros fraternernos y el relajamiento al contacto con la naturaleza.
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María
Nos place celebrar la eterna novedad del misterio de la Santísima Virgen María, que engendra espiritualmente a Cristo en nuestros corazones. Por eso su oficio parvo precede normalmente las horas del oficio litúrgico del día.
Tenemos la costumbre de llamarla « Madre singular de los cartujos », pues por su ejemplo de humildad, de apertura total a Dios y de fidelidad a su voluntad es la madre y el modelo de los cartujos.
Ella nos lleva a Jesús.
La vida material
Aunque los cartujos han dejado el mundo, no se sustraen por ello a la condición humana común. Deben pues satisfacer a todas las necesidades de una vida caracterizada por la pobreza y la austeridad.
Cada comunidad es económicamente autónoma, y asegura en general su subsistencia por trabajos en el sector agrícola o en la artesanía, así como por las ofrendas de intención de misas. Existe sin embargo, a nivel de la Orden, un sistema que permite a las casas con mayores ingresos sostener a las más pobres, gracias principalmente a las ganancias obtenidas por la fabricación del licor de Chartreuse.
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Tú, que eres mi Señor,
tú, cuya voluntad prefiero a la mía;
ya no puedo contentarme más de rezarte con palabras:
¡escucha mi grito, que te ora como un inmenso clamor…!
Tú, de quien me he hecho servidor,
con perseverancia te ruego,
y te rogaré sin cesar,
para que merezca obtenerte.
Porque no es un bien de la tierra lo que busco;
sólo te pido lo que debo pedir: ¡Tú solo!
Ten, pues, piedad de mí.
Y ya que tu misericordia es inmensa
y grande mi pecado,
¡ten piedad de mí grandemente,
a la medida de tu misericordia !
Entonces podré cantar tus alabanzas
contemplándote, Señor.
Te bendeciré con una bendición
que durará tanto como los siglos.
Te alabaré por la alabanza y la contemplación,
en este mundo y en el otro,
como María de Betania, de la cual el Evangelio nos dice
que ha escogido la mejor parte.
(Oración atribuída a san Bruno)
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