Importante
La cartuja de Benifasar no se encuentra actualmente en situación de recibir novicias. Hoy día no sabemos todavía si podrá mantenerse o si una fundación en América Latina tomará un día su lugar. Todo queda en manos de la Providencia, sin que podamos preveer el futuro. Las aspirantes de habla hispana podrán dirigirse a las casas de monjas de Francia o Italia, como se explica en la página ‘Recursos’, apartado ‘Retiros’.
Informaciones sobre la casa
Somos el primero y el único monasterio de monjas cartujas en España. Santa María de Benifaçà fue fundada solamente en 1967. Sin embargo nuestro monasterio cuenta con una larga « prehistoria » que comienza en el siglo XIII. En 1233 un grupo de monjes de la abadía de Poblet se estableció en este lugar según la observancia de Císter ; es el primer monasterio que fundaron en el antiguo reino de Valencia. Con su oración y su trabajo ellos contribuyeron a la prosperidad de la región hasta 1835, cuando una orden del gobierno los obligó a abandonar para siempre su morada.
El monasterio, convertido en propiedad privada y devastado por las guerras, se convirtió poco a poco en un puñado de ruinas. Un siglo después de la expulsión de los monjes cistercienses quedaban en pié únicamente una parte de la iglesia, del claustro y algunas dependencias más sólidas. Por ventura, el Consejo General de Castellón de la Plana adquirió, hacia 1955, lo que quedaba de mejor de las ruinas, evitando así la destrucción completa de la antigua abadía.
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En España las monjas cartujas han sido y siguen siendo poco conocidas. Hacia 1949 en ciertos ambientes femeninos nació un vivo interés por esta vocación. En aquel momento no existía ninguna cartuja de monjas en toda la península: llamadas a seguir las huellas de Bruno, nos decidimos entonces a buscar fuera de España. La mayoría de nosotras se dirigió hacia la cartuja italiana de San Francesco (Turín), donde fuimos acogidas y formadas con gran esmero.
Los años 1950-1960 fueron una época de gran afluencia de vocaciones españolas hacia la cartuja de San Francesco, lo cual permitió madurar el proyecto, considerado desde hacía tiempo, de fundar en España una casa para las monjas cartujas. La búsqueda de un lugar solitario dónde establecerla fue larga y laboriosa, pero fue coronada el día en que el Consejo General de Castellón de la Plana consideró seriamente ceder las ruinas de Santa María de Benifaçà a nuestra Orden. Fue en 1960. Comenzamos pues la reconstrucción sin tardar, bajo la dirección directa de miembros de nuestra Orden.
En la reconstrucción de esta antigua abadía el Ministerio de Bellas Artes ordenó tener en cuenta su carácter de « monumento histórico nacional ». Por esta razón la iglesia, el claustro y algunas otras partes encontraron de nuevo su estilo arquitectónico primitivo, en el cual se aprecia la transición entre el románico y el gótico. El resto del edificio, construido según las líneas de la precedente construcción cisterciense, es de un estilo funcional que no le impide armonizar con las edificaciones antiguas. Del exterior, nuestra cartuja ofrece el aspecto de lo que fue durante siglos: un monasterio cenobítico. Pero las adaptaciones apropiadas realizadas en el interior permiten hoy a cada una de las monjas de encontrarse en el marco característico cartujano, para una vida solitaria como la que en otro tiempo el Espíritu sugirió a san Bruno.
En 1967 éramos catorce monjas cartujas españolas formadas en San Francesco, número suficiente para sembrar en España la primera semilla de la vocación cartujana femenina. El 21 de setiembre de ese mismo año llegamos de Italia a Santa María de Benifaçà. Aún siendo secular, la tradición cartujana que traíamos permanecía una tradición eclesial desconocida en nuestra tierra.
Desde 2017 esta casa está asociada a la Cartuja de Nonenque.
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¿Qué ha aportado de nuevo a la Iglesia de España ese pequeño grupo de monjas cartujas estableciéndose en Benifaçà? Simplemente lo que nos es común con todos nuestros hermanos y hermanas cartujos, es decir, el carisma propio de san Bruno tal cual a sido presentado en las páginas precedentes.
Una auténtica vida solitaria compartida fraternalmente y ritmada por la oración y la liturgia cartujana. Una vida que compartimos en la alegría, pues somos conscientes que « separadas de todos estamos unidas a todos para, en nombre de todos, permanecer en la presencia del Dios vivo » (Estatutos 34,2).
Siendo monjas cartujas, nuestra vocación es buscar a Dios en el silencio y la soledad. El sitio donde vivimos lleva la marca de lo más característico de nuestra vocación. Las montañas escarpadas que rodean Benifaçà hacen como una muralla que nos garantiza la soledad y el silencio; y el acceso abrupto, de una belleza salvaje, hacen de nuestro monasterio un auténtico « desierto cartujano ».
Las monjas que formamos esta pequeña iglesia monástica de Santa María de Benifaçà, no nos diferenciamos de nuestras hermanas y hermanos cartujos, con los cuales permanecemos muy unidas por los lazos de la caridad fraterna, resueltos a andar juntos el camino que conduce a Dios.